La evolución tecnológica ha revolucionado la forma de vida de las personas llegando a penetrar en todos los ámbitos de la sociedad. Con todo, los sistemas de pago han evolucionado con el paso de los años. Lo que empezó muchos siglos atrás como un simple intercambio de bienes ha llegado hasta el punto de utilizar relojes inteligentes o teléfonos móviles.
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La tecnología se utiliza en el proceso de facturación
Así, España ha sido uno de los muchos países que ha vivido la introducción de la tecnología en las tiendas físicas. Actualmente, existen múltiples sistemas de pago que se complementan unos con otros en función del tipo de pago a realizar. Uno de los primeros que se introdujo, en sustitución de los pagos en efectivo o tarjeta, fueron los cheques o talones. Se trata de un documento físico, que correctamente rellenado, permite un intercambio monetario. Se utiliza, sobre todo, para pagos entre empresas o bien para realizar el pago de las nóminas a los trabajadores de la misma.
En la misma línea que los cheques y los talones, nacieron los pagarés. Son documentos interpretados como una promesa de pago. En dicho documento, se indica una cantidad determinada a pagar y una fecha límite para realizar dicho pago. De esta forma, el emisor debe abonar dicha cantidad antes que se agote el plazo establecido en el documento.
Posteriormente, la posibilidad de comprar a través de Internet marcó un antes y un después. Hoy en día, numerosas familias realizan la compra desde casa utilizando el servicio de transporte que ofrecen algunas empresas. Con todo, los sistemas de pago online han venido acompañados de un endurecimiento progresivo de la seguridad de las cuentas bancarias, para evitar usurpaciones de identidad a la hora de pagar.
Además, las tarjetas virtuales han complementado a las tarjetas físicas. Funciona exactamente igual que una tarjeta de crédito o débito, pero con la simple diferencia que solo funciona para ordenadores. A la hora de realizar una compra, el sistema pide unos números que sirven para identificar la tarjeta y la cuenta correspondiente. El dinero se restará de la cuenta bancaria en cuestión.
Incluso, el contactless ha agilizado las compras en las tiendas físicas. Mediante un chip es suficiente para identificar la tarjeta. Ya no hace falta introducir la tarjeta y esperar que el sistema la lea. Con este sistema, los pagos son más rápidos. Hasta una cantidad mínima tampoco hace falta introducir el PIN para cerciorarse que el que paga es realmente el usuario de la tarjeta. Esto obliga a extremar las precauciones para evitar que alguien pueda pagar en nuestro nombre.
Mayor movilidad con los teléfonos móviles
Con todo, el teléfono móvil ha sido otro de los artífices para revolucionar el programa de facturación. Al igual que su propio uso aporta una mayor movilidad al consumidor. Es realmente útil para cargos recurrentes, como la cuota de un gimnasio. Basta con dar un número de teléfono móvil asociado a una cuenta bancaria para poner en marcha este tipo de sistema. Sin embargo, esto solo fue el principio de la revolución móvil a la hora de pagar.
Los números dicen que hoy en día, más de 15 millones de personas en España utilizan algún tipo de aplicación móvil para pagar. El teléfono móvil está cada vez más asociado a la vida diaria. Cada vez cuesta menos ver a las personas andando por la calle con el móvil en la mano. Existen numerosas aplicaciones que permiten el pago entre personas y otras, incluso reservar billetes de vuelo u hoteles, entre las muchas opciones disponibles.
Las entidades bancarias también han extendido su propio sistema, conocido como NFC. Consiste en colocar una tarjeta pequeña en la parte inferior del dispositivo para permitir que, acercando el móvil al datáfono, sea suficiente para realizar dicho pago. Incluso, algunos cajeros ya están equipados para poder disponer de dinero en efectivo sin necesidad de la tarjeta. Algunas marcas han llegado a implementar este sistema a relojes inteligentes. Simplemente con acercar el reloj al datáfono se puede realizar un pago.
El último paso han sido las monedas para eventos determinados. Como si del casino, con las fichas para jugar se tratara, en algunos festivales se cambia el dinero físico por monedas. Con este método se consigue centralizar la divisa. Es muy útil para eventos internacionales en los que se paga con monedas diferentes. El precio, obviamente, viene expresado en las monedas ficticias y no en euros.
Los métodos tradicionales no han desaparecido
Pese a la revolución tecnológica que ha vivido España y muchos otros países a la hora de pagar, los métodos tradicionales no han desaparecido. O, al menos, eso es lo que expresan los números. Sin importar la edad, el 100 % de los españoles siguen pagando en efectivo en alguna ocasión, mientras que el 90,8 % lo hace con tarjeta de débito.
Finalmente, el 85,8 % sigue utilizando la transferencia bancaria y el 76,6 % la tarjeta de crédito. Sin duda, la tecnología aporta más opciones a la hora de completar pagos pero no sustituye lo tradicional.