Hasta ahora, la operativa de las gestoras de fondos no ha sido tan transparente como cabría exigir a los mercados modernos. Lo más habitual era que un particular no supiera exactamente cuánto estaba cobrando su gestora, pero MiFID II ha llegado para cambiar la situación.
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Qué es MiFID II
MiFID II es la Directiva europea llamada a mejorar la seguridad del mercado de productos de inversión de la eurozona. Se mueve en el marco de la transparencia y la información, para garantizar que el cliente conozca las características de los productos de inversión.
Con respecto a la operativa de las gestoras, MiFID II ha introducido una serie de novedades que incluyen:
– La gestora de fondos debe informar al cliente de qué comisiones y gastos le está cargando. Ello implica un desglose detallado, incluyendo una demostración de que su sistema es el más barato que pueden gestionar.
– Se limitarán los gastos y conceptos que las gestoras cargan a los clientes, manteniendo solo los que sean necesarios e informando adecuadamente de los mismos.
– Los incentivos que las gestoras satisfacen a las sucursales bancarias colaboradoras también se limitarán. Como el cliente es quien finalmente soporta estos gastos, solo se permitirán en los casos en que reciba una contraprestación.
– Además, estas entidades bancarias deberán informar al cliente no solo de las características reales del producto que estén comercializando, sino también de su vinculación con las gestoras, para que este pueda apreciar un eventual conflicto de intereses.
Efectos en las gestoras
La polémica directiva ha hecho que las gestoras empiecen a aportar datos concretos y relativos en torno a sus operaciones.
Pero la transparencia en la facturación no ha dolido tanto al sector como la prohibición de las comisiones de retrocesión cuando la entidad financiera sea dependiente de la gestora. Estas comisiones nutrían a entidades financieras y banqueros privados a costa de los beneficios del cliente.
Los expertos señalan que los costes de los fondos podrían reducirse hasta en un 50 %. Además, los costes persistentes deberán ser desglosados en la factura que las entidades gestoras pasen a sus clientes.
En definitiva, la nueva directiva va a suponer un golpe para las entidades bancarias que comercializan los fondos (especialmente aquellas dependientes de las propias gestoras) pero todo un alivio para los inversores (especialmente los particulares).
Los sobrecostes ocultos
La facturación en este sector es una gran noticia para los ahorradores e inversores. Y es que hasta ahora quien invertía en un fondo podía terminar encontrándose con una lista de gastos y comisiones imprevistos que devoraban sus beneficios.
Aunque las comisiones de gestión y depósito eran bastante conocidas, las cifras que se cobraban por auditorías o intermediaciones no siempre resultaban previsibles.
De hecho, el TER (Total Expense Ratio) se introdujo como una métrica para que el cliente conociera los costes totales de los servicios de la gestora. El problema es que esta métrica es proporcional, por lo que relaciona el coste soportado con el patrimonio invertido.
En consecuencia, lo que hace la nueva normativa es forzar a las gestoras a que indiquen no qué porcentaje del patrimonio han consumidos los gastos de gestión, sino qué cantidad total se ha gastado el cliente.
Esto facilita enormemente la capacidad para tomar decisiones. Especialmente porque al representar una ratio patrimonio-costes, el TER no indica nada sobre la rentabilidad real del fondo.
MiFID II pretende aprovechar la potencia de las nuevas herramientas para introducir ciertos cambios en el sector de los productos de inversión. Clic para tuitear
La factura online
Por supuesto, la vía elegida por la práctica totalidad de las gestoras para cumplir con su reciente obligación de facturación es la digital. Gracias a ella, el trabajo de contabilidad se facilitará sobremanera para los ahorradores e inversores.
La factura online no solo es más cómoda y más rápida, sino que también resulta más segura. Y es que al automatizarse, el emisor se asegura de evitar retrasos o equivocarse con la fecha de emisión, el receptor o las cuantías consignadas.
Pero además, el cliente recibe su factura telemáticamente, ahorrando desplazamientos, y estas quedan almacenadas en bases de datos de las que se pueden descargar cuando sea necesario.
Lo que también presta la ventaja de permitir la consulta telemática. Esto hace que el trabajo de gestores y asesores, de haberlos, se vuelva mucho más sencillo y cómodo.
Conclusión
Las soluciones digitales actuales permiten una comunicación veloz como nunca hemos visto, además de introducir herramientas que garantizan la transparencia. MiFID II pretende aprovechar la potencia de las nuevas herramientas para introducir ciertos cambios en el sector de los productos de inversión.
Como siempre, estos cambios tienen sus beneficiados y sus perjudicados. Y como suele ocurrir en el corte legislativo europeo, quienes salen ganando con la instauración de esta nueva normativa son los ahorradores e inversores.
Así, tanto las gestoras de fondos como sus entidades colaboradoras van a tener que empezar a jugar más limpio. Lo que empieza por extender facturas que sus clientes puedan entender nítidamente, evitando ocultar gastos y comisiones en conceptos opacos o sorpresivos como se había permitido hasta el momento.